El buitre leonado (Gyps fulvus) es una especie de ave accipitriforme de la familia Accipitridae. Es una de las mayores rapaces que puede encontrarse en la península Ibérica, superando en envergadura (hasta 260 cm.) incluso al águila imperial ibérica. En la base del cuello se encuentran una serie de largas plumas blancas y leonadas, a modo de gorguera. En el dorso, parte anterior de las alas y vientre, el plumaje es de color canela. En el resto del cuerpo el plumaje es pardo oscuro. El pico, pardo por arriba y amarillo en los bordes, es ganchudo y arranca largas tiras de carne con facilidad. Las patas son grises y bastante débiles, pues no necesitan capturar presas como las de las águilas y halcones.
Está especialmente adaptado para alimentarse de carroña: su potente vista localiza cualquier cadáver en las cercanías, y cuando desciende para alimentarse (formándose entonces aglomeraciones importantes de buitres, de forma muy rápida, donde no faltan las peleas por las mejores tajadas), introduce sin problemas su cabeza y largo cuello, provistos únicamente de un plumón corto en el que la sangre y la carne no se adhieren fácilmente.
Dada la escasez de grandes ungulados en Europa como ciervos, gamos o muflones debido a la caza y la desaparición de los bosques, las carroñas dejadas por los pastores constituyen una parte importante de la dieta de este animal.
Junto con el buitre negro, el quebrantahuesos y el alimoche, es una de las pocas especies de buitres que pueden verse en Europa, pues se le puede encontrar en España, Portugal, zonas aisladas de Francia (donde ha sido reintroducido) e Italia, buena parte de los Balcanes y Crimea. El resto de su distribución abarca varias partes de África septentrional y Asia occidental, desde Turquía, Arabia y el Cáucaso hasta las estribaciones del Himalaya y el noroeste de la India. Las zonas habitadas por los buitres leonados suelen ser montañosas, aunque en el llano cualquier cantil vertical o extraplomado de más de 50 metros e inaccesible les sirve de buitrera o lugar de descanso. En las zonas montañosas recortadas por profundos valles en los donde se producen brisas ascendentes y anabáticas producidas por el calentamiento de las laderas orientadas al sol. Cuando el día es térmico, al amanecer, suelen verse en los bordes de los acantilados y barrancos orientados al noreste-este, a la espera de que haga el calor suficiente para poder ganar la altura suficiente para rebasar las crestas y las cumbres.
Durante el mediodía suelen aprovechar las rutas apoyadas en relieves orientados al sur y suroeste, para posteriormente apoyarse cuando el sol declina en las laderas oeste y noroeste, horas en las que se empiezan a producir las ascendencias restitutivas, y aprovechando de las distintas condiciones aerológicas han podido recorrer centenares de kilómetros, y dependiendo de la bonanza aerológica de la jornada pueden sobrevolar el llano o sólo mantenerse sobre los relieves montanos, siendo grandes conocedores no sólo del vuelo ascendente sino de las rutas y los vientos apropiados a las distintas alturas para trazar sus recorridos.
Al atardecer vuelven a sus refugios, pequeñas repisas situadas preferiblemente bajo un techado de roca y protegidas de los vientos, donde pasan la noche, incuban el huevo cuando es época y sacan adelante a sus crías. En la península Ibérica es una especie sedentaria que se puede ver todo el año, pero las poblaciones de otros lugares a veces emigran al sur para invernar y vuelven a sus lugares de origen para reproducirse.