Es esta la más simpática de nuestras rapaces nocturnas y, sin embargo, la más injustamente criticada. Aparece con frecuencia durante el día, y se posa en las ramas bajas de los árboles o sobre los muros de piedra de todos nuestros campos. Al acercársele se hincha o agacha y agita su gruesa cabeza con un movimiento vertical brusco, sin que se estremezca el resto del cuerpo. Luego, tras un parpadeo de sus ojos amarillos y una vuelta de la cabeza para inspeccionar los alrededores, esta curiosa bola de plumas emprende, el vuelo.
Anida comúnmente en toda España, pero existen zonas donde es mucho más frecuente; la población española parece comportarse como sedentaria, aunque es probable que algunos individuos jóvenes se dispersen
Aunque puede ser visto durante el día, el mochuelo caza sobre todo al crepúsculo y al alba. Lanza entonces un lastimero «kiuu-kiuu».